Eras...Eres.


Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo que lleva uno su brazo,
su cuerpo, su cabeza. No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.
*Algo sobre la muerte del Mayor Sabines
Jaime Sabines

0 comentarios:

Entrada más reciente Entrada antigua Página Principal